Canibalismo entre Hamsters

Muchos dueños de hámsters han sufrido horrorizados episodios de canibalismo, especialmente entre la hembra y sus crías recién paridas. Sin embargo, este acto que tanta repulsa causa entre los seres humanos ocurre por mero instinto de supervivencia, aunque puede ser evitado mediante la observación de algunas simples recomendaciones.

Como hemos comentado, tras el parto, la hembra puede llegar a mutilar o devorar a sus crías en un acto que trataremos de estudiar en profundidad.

Grosso modo el canibalismo de los roedores (hámsteres, ratas, ratones, jerbos…) se clasifica en dos tipos:

• NORMAL: Ocurre cuando la madre devora a las crías que han nacido muertas o han fallecido con posterioridad. Mediante la eliminación de los restos orgánicos en proceso de descomposición presentes en el nido se consiguen dos objetivos: evitar infecciones en las crías que aún viven y alejar a los depredadores que encuentran en el fuerte olor un reclamo. Cabe pensar que sería suficiente con evacuar de alguna manera los cadáveres de las crías muertas del nido, sin embargo el aporte proteico que sus cuerpos suponen para la madre le permite recuperarse rápidamente del desgaste del embarazo y el parto y prestar una mejor protección a su camada.
  
• ABERRANTE: Es aquel tipo de canibalismo en que la hembra devora a sus crías vivas, poniendo en peligro la supervivencia familiar. Ante este acto, en apariencia contra natura, cabe preguntarse las causas que llevan al hámster a tener tan absurdo proceder que pueden resumirse en las siguientes:

1. Juventud: Las hembras se sienten incapaces de sacar adelante la camada o carecen de leche para amamantar a sus crías. Mediante la ingestión de su prole, el hámster recupera fuerzas y energía para lograr mayor éxito la siguiente vez. La solución a este problema pasa por evitar el embarazo de hembras menores de dos meses, y si este ocurre se debe observar cuidadosamente la dieta de nuestro pequeño roedor para conseguir preparar a la madre para el esfuerzo venidero.


2. Falta de espacio o comida: Los hámsteres adaptan su vida a lo que poseen y son incapaces de comprender que sus cuidadores pueden suministrarles más alimento o comodidades en el futuro. Por este motivo, cuando un hámster siente falta de recursos para criar a toda su prole devora a aquellos individuos que encuentra más débiles para asegurar la supervivencia del resto. La dieta normal de un hámster debe contar con un 25-30% de proteínas, pero, con objeto de evitar el canibalismo ocasionado por miedo a la falta de provisiones, debemos dotar la jaula de la nueva madre con un extra: galletas para perro, carne magra de buey, yema de huevo cocida o batido de soja.
   
3. Miedo o estrés: Cuando durante el parto o la lactancia la hembra se siente amenazada por algún elemento ajeno a su entorno, su respuesta es devorar a sus crías. Para evitar esta catástrofe debemos ser muy cuidadosos con las intromisiones en su espacio durante este sensible periodo. Desde que la hembra fabrique el nido la presencia humana en la jaula debe ser mínima (únicamente la necesaria para limpiar los excrementos); y la situación ha de mantenerse de esta manera hasta que los pequeños alcancen los 15 días de vida o sean destetados. Si se hace imprescindible el contacto con las crías, éste debe realizarse con la protección de unos guantes de látex para evitar que el nido o los recién nacidos se impregnen de nuestro olor. Los hámsteres son casi ciegos y, por tanto, se guían de los sentidos del oído y el olfato; si el olor que desprenden las crías no es el suyo propio, la hembra las rechazará y se producirá la antropofagia.